martes, 2 de junio de 2009

10

Junto al lindero del bosque superior un hombre estaba atado a un árbol, era willen el visitante del las tierras del norte, que se encontraba amarrado a un árbol joven en el centro de un apartado claro del bosque, rodeado de arbustos y matorrales cuidadosamente podados.
Absorto en sus optimistas reflexiones, no había podido reaccionar cuando, de pronto, una red había caído sobre el desde un árbol; después lo habían conducido hasta aquel lugar donde llevaba varias horas atado a un árbol, la tarde caía.


El guardián se limito encogerse de hombros. Era uno de los miembros de la escolta personal de la princesa evirae, escogido por su admirable cualidad de saber cumplir las órdenes sin hacer preguntas.

No obstante su tranquilidad no iba a durar mucho pues willen había estado practicando su propio juego con la certeza del árbol al que estaba atado desde que lo sujetaron a el, no había cesado de frotar las cuerdas que le rodeaban las muñecas contra la superficie del tronco.

La primera señal que el guardia tubo de ello fue cuando ese señor willen se libero por fin y echo a correr por el césped hacia los arbustos. Aunque el soldado era corto de entendederas, no era lento de piernas y alcanza a ese willen derribándolo cuando casi había alcanzado el límite del claro.

El guardia tenia una mano sobre el pecho de willen y la otra cerrada en un poderoso puño dispuesta a descargar un golpe, en ese instante se escucho un súbdito crujir de ramas por los arbustos. Los dos combatientes alzaron la mirada y lo que vieron hizo que se detuvieran en plena lucha y en una postura absurda.

La princesa, a lo más de un hermoso caballo moteado, acababa de aparecer en los arbustos. Desde la posición de willen y su gran moño parecía superar la altura de copas de los árboles.
Detrás de ella venia un hombre también a caballo willen lo había visto junto a la princesa durante la ceremonia. Era mesor, el principal consejero de evirare, los recién llegados tiraron de sus riendas y sus monturas se detuvieron casi pisándolo los dos hombres que permanecían juntos.

El guardia trago saliva asintió con la cabeza y se retiro. Evirae no lo siguió con la mirada si no que se volvió contra con una sonrisa hacia willen, que aun permanecía en el suelo ante las patas de los caballos, mesor descabalgo y ayudo a willen sacudiéndole la tierra y las ramas de la túnica. Le pregunto su nombre y se lo comunico a la princesa entonces evirae desmonto y le tendió la mano a willen la estrecho evitando cuidadosamente sus uñas pues había oído decir que se las pintaba con veneno… aunque tal habladuría le resultaba muy difícil de creer en aquel momento en presencia de su esplendida belleza.

Pase hacia sus años de cazador, el nombre del norte seguía haciendo un ingenuo frente a las maniobras de la gente del bosque superior la belleza de aquella mujer le conmovía percibía en la princesa la dulzura y un desamparo que le impulsaban a sentirse su protector.
Willen tomo asiento junto a evirae con las piernas cruzadas lo bastante cerca para leer los útiles perfumes que la princesa llevaba.

11

Jondalrun contemplo a los niños de tamberly, enfrascados en un partido de betie. Alegres, golpeaban con el pie la pelota de trapo tratando de introducirla en un tablero de madera que presentaba una serie de ocho arcos con diferentes valores.

La pelota le llego rebotada, la recogió y la devolvió a los niños, por un instante, el anciano deseo poder olvidarlo y devolverle a fandora su ritmo de vida habitual, sin embargo eso era imposible, jondalrun se alejo lentamente de la plaza, incapaz de seguir contemplando a los niños, en cuyos rostros veía reflejada las facciones de su llorado Johan. Se encamino con paso cansado hacia la taberna del bosque gris, allí esperaba reunirse con agron.

Momentos después, aparecieron dos hombres cubiertos de hollín y de ceniza. Llevaban las manos de pergaminos, libros encuadernados y objeto que jondalrun no había visto nunca, rescatados de las ruinas de la casa del ermitaño.

¡Cerveza para estos hombres!, grito agron al tiempo que los ayudaba a transportar los objetos hasta la mesa de jondalrun. Los tres se quedaron allí, bebiendo de sus jarras de piedra mientras jondalrun analizaba sus hallazgos. Levanto un largo tubo negro chamuscado por el fuego.
Jondalrun tomo de la mesa uno de los rollos de pergamino, también chamuscado y quebradizo. Con extremo cuidado, desenrollo una parte. Jondalrun sabía leer bastante bien, pero no entendió nada de lo que estaba escrito con refinada caligrafía en aquel documento, a pesar de que las letras le resultaban extrañamente familiares. Agron lo saco de dudas: parece que estaba escrito al revés y pusieron el pergamino delante de un espejo.


El hecho que disimulara a si sus anotaciones es prueba suficiente, el tenia razón amsel era un espía, procedió desenrollar otro pergamino y ahí estaba la prueba definitiva, mientras mostraba a los demás un detallado mapa de las costas de simbala.

En los restos de la casa había una gran cantidad de huesos chamuscados, entonces esta muerto declaro jondalrun asintiendo con la cabeza. No hubiera querido que las cosas transcurrieran de esta manera pero, a lo hecho, pecho, y les dijo que fueran a visar cuanto antes lo que habían encontrado.

12

En la costa accidental de simbala, al norte de las apacibles playas, el terreno se elevaba formando acantilados. Aunque sin ser tan escarpados como los de fandora, estos farallones también resultaba impresionantes; contribuía a ello las extrañas formas y colores que el tiempo y la erosión había cincelado en la roca.

En un elevado promontorio asomado al estrecho se alzaba hacia las estrellas una enorme formación rocosa, solitaria y apartada. El viento y la lluvia habían esculpido en ella una forma similar al cráneo de una bestia gigantesca, de un dragón, según la leyenda popular. El lugar recibía el nombre de cabeza de dragón, y ofrecía una vista sin obstáculos sobre el estrecho de balomar.

El caballo se detuvo junto a las rocas en forma de cráneo y el jinete demostró. Era viento de halcón, vestido con ropas gruesas y con una espada envainada al cinto. El halcón del monarca se poso en su hombro, acolchado para recibirlo. Instantes mas tarde, tres jinetes se reunieron con el; las herraduras de sus caballos hollaban la roca desnuda levantando chispas en la semioscuridad.

El halcón remoto el vuelo con un grito y voló en círculos en el aire frio y húmedo, repitiendo sus ásperos chillidos. El ave estaba inquieta y seria se pregunto a que se debería. Y había advertido otras veces que viento de halcón y su ave parecía compartir misteriosamente el mismo estado de animo en muchas ocasiones.

Los otros jinetes eran guardias de palacio. El mayor de los dos, de nombre lathan, se acercaba ahora al monarca, caminando con una antorcha en la mano. Viento de halcón se aparto del borde del precipicio y tendió su mano a seria. El halcón continuo volando en círculos sobre ellos, lanzando agudos chillidos, mientras la pareja se encaminaba había la cabeza del dragón.

13

Dayon encontró tamberly mucho más pequeño de lo que recordaba. Una densa niebla procedente del mar envolvía las calles y las casas. El pueblo no había cambiado mucho, aunque si sus gentes.

Dayon había visto a un par de sus antiguos compañeros de juegos, pero no les había dicho nada. Quería ver a jondalrun, su padre, le había dicho que lo encontraría en la taberna el bosque gris, en la trastienda, preparando planes de guerra con el anciano pennel.

Cruzo la plaza apresuradamente y entro en la taberna, donde sus botas crujieron al pisar el serrín que cubría el suelo. No le apetecía enfrentarse a su padre, pero la muerte de Johan lo impulsaba a presentarse ante el.

El viejo retrocedió tambalearse hasta apoyarse en la puerta y dayon temió por un instante que su intento de entrada teatral hubiera sido demasiado para su padre. No obstante, jondalrun se recupero rápidamente y se volvió hacia agron y pennel, que estaban sentados alrededor de la mesa de roble en el centro de la habitación.

Dayon reprimió una sonrisa, su padre no había cambiado un ápice y aun era capaz de ordenar a dos hombres, sin el menor miramiento, que saliera de una taberna pública. Agron estuvo a punto de hacer un comentario en ese sentido, pero pennel lo agarro de brazo y ambos se marcharon sin decir nada.

Pennel cruzo su mirada con la de dayon por un instante, y el recién llegado vio en sus ojos muchas cosas: un saludo de bienvenida, una gran comprensión y, sobre todo, un deseo de buena suerte.

14

Debajo del bosque superior, las raíces de los arboles gigantes había honrado el suelo, entrecruzándose una y otra vez hasta formar colosal laberinto. Aunque los arboles del Bosque superior eran para los simbaleses inimaginablemente longevos, también terminaban por morir y pudrirse, y sus raíces eran devoradas por los insectos y los pequeños animales que poblaban la oscuridad eterna del subsuelo, dejando enormes túneles.

Cuanto personas avanzaban con dificultad por en túnel con el olor moho saturando su olfato, y los nervios alterados por los ruidos de los mil y un roedores y de mas bichos, perfectamente audibles pero imposibles de ver en la oscuridad, aquellas eran las consecuencias de maquinar entibas y horas tan tempestivas.

La princesa evirae llevaba la antorcha con mano firme, con su larga túnica estaba ridículamente fuera de lugar; tenia que bajar la cabeza a cada paso para evitar para que su espectacular peinado se enredara en las raíces enfangadas del techo del túnel.

Detrás de ella caminaba mesor tenso y reservado, pase a todo el consejero se permitiría de ves en cuando una sonrisa cuando la princesa se enganchaba el vestido o el cabello.

Completaba el grupo el varón tolchin y la baronesa alora, que observaba la princesa con una mezcla, partes iguales, de recelo y de enfado, en virtud de su inteligencia y lenguaje, la pareja se encontraba entre las mas respetadas de la familia real.

Sus ropas de seda y sus adornos habían deslumbrado por su lujo al mas rico de los sambaleses, pero eran las únicas prendes que alora y tolnchin consideraban adecuadas para una empresa tan desagradable como aquella la cual lo sabia convocado elvirae.

15

Viento de halcón se dijo que en las minas, eran siempre media noche. Aunque el sol del medio día brillaba cuando entro en el túnel el primer resido convirtió la luz en oscuridad. Mientras descendía los amplios peldaños sosteniendo una antorcha que quemaba un musgo inflamable sintió como si estuviera volviendo a una realidad abandonada durante largo tiempo.

Aquel ligar había sido el punto del ataque, el sitio donde, opinión de muchas, viento de halcón había dado los primeros pasos hacia el palacio.

Desde que se convirtió en monarca, había tenido poco tiempo para estar asolas siempre había asuntos de estados, mercaderes y ministros esperando para verlos incluso el tiempo que pasaba con seria, por mucho que la arma no pasaría el grado de soledad que había conocido en sus tiempos en las minas.

Aquello preocupaba a viento de halcón, solo sentía verdadera armonía consigo, con seria se sentía en armonía con el mundo, como si el orden natural de los seres juntos diera a su vida un nuevo sentido.

A solas, sin embargo, se sentía viento de halcón: el hijo de un minero que había trabajado en las minas durante 5 años, con el rostro negro de suciedad, con los brazos robustecidos de tanto descargar el pico y en las entrañas de la tierra.

Ahí en las minas, el joven podía. Entender su vida como una prolongación de sus sueños. Avanzo lentamente por la pronunciada pendiente del túnel, aquí y haya se habrían las entradas en arco hacia los túneles laterales, muchos de los cuales se hallaban ahora serrados para siempre con ladrillos y mortero, sabia que algunos de ellos conducían a la red de túneles subterráneos formada por las raíces de la ciudad delante de el, sobre una roca pelada, vio la cabeza de un pico oxidado. Viento de halcón levanto, contemplo y lo recordó….

16

Muy al norte de fandora y simbala, mas allá del mar septentrional, existía una tierra de picos y rocas en forma de ahuja, de llanuras lunares y de montañas tan escarpadas y heladas que pocos seres vivos se atrevían adentrarse en ellas.

Considerando las inmensas proporciones de aquella tierra, ahí había vivido en otro tiempo seres gigantescos… ahí había perecido.

Muy hacia el interior de esa tierra, un elevado pico de piedra se lazaba sobre los blancos glaseares y el negro basalto. Por dentro de ese pico, la roca estaba horadada por un laberinto de túneles y cavernas que constituían las guaridas de los voladores del frio, quienes vivían ahí desde mucho antes de lo que el hombre podía recordar.

El paso siglo tras siglo de los grandes vientres escamosos sobe la piedra había labrado unos surcos vermiculares sobre la roca pelada la niebla y el vapor que se elevaba de las fuentes termales y de lo geiseres en la base del pico enturbiaban un bosque de huesos blanqueadores ahí había sido su hogar durante siglos mucho después de que todos los demás lo habían abandonado pero iba a dejar de ser lo en un futuro no lejano sobre la hilada una roca volaba en circulo un ejemplar solitario de aquella especie era de mayor tamaño que los demás y sus escamas eran de un negro lustroso en lugar de lo habitual gris moteado. Sus enormes alas al canaladas se inclinaron y la creatura noto el impacto del viento frio que aminoraba su descenso.

1 comentario:

  1. Rubi:

    Como siempre un gran trabajo, muy bien estructurado y conciso.

    Calificación = 10

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