martes, 9 de junio de 2009


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Una hilera de mil antorchas avanzaban por las colinas de fandora, serpenteando entre pequeñas aldeas en dirección a los acantilados de cabo bage.

El anciano jondalrun grito una voz del contingente de tamberly. Los hombres piden un momento de descanso pero un no fue su respuesta y le dijo que quien no fuera capaz de terminar el viaje hasta la costa, no esta en condiciones para emprender una invasión.

Jondalrun marchaba a la cabeza de su ejercito, también el estaba cansado y hambriento pero, entre todos los hombres, el era quien menos podía protestar. Dayon le pregunto que si iba por su hijo Johan, marchaba por analinna y por todos los niños de fandora. Su hijo asintió en silencio, temeroso de la travesía que les aguardaba.

Se constituyo la flota, si así podía llamarse, lenta y trabajosamente con todos los esquifes, lanchas, carracas y botes disponibles. En cabo bage, todos los patrones fueron convertidos automáticamente en capitanes, el ejército empezó a llegar hacia el mediodía y pronto se hizo patente que las embarcaciones no podían trasladar a todos los soldados. De inmediato, se inicio la construcción de nuevas barcas y balsas tras haber decidido que hacer dos veces la travesía provocaría la desmoralización de la parte de las tropas que quedaría en la playa del enemigo.
Los cuatro ancianos se habían reunidos en medio de la frenética actividad, barriles de brea burbujeaba sobre los fuegos y pequeños grupos de hombres se dedicaba a calafatear las embarcaciones.

Tamark enarco las cejas como si se dispusiera a anunciar un mensaje de la máxima importancia, cuando un hombre esta en el mar y nota que el viento arrecia y las olas se levantan como la cabeza de un dragón, sabe que es absurdo resistirse, lo mejor que puede hacer es cubrirse, proteger su barca y rezar.

En su pequeña celda subterránea, Amsel meditaba sobre su situación, evidentemente lo que lo había interrogado no tenia la menor intensión de liberarle.

Amsel recordó que el barón se había referido a un hombre llamado viento de halcón que por lo que se deducía de sus palabras ocupaba un puesto elevado en la jerarquía simbalesa.

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De modo que la princesa atacaba de nuevo. La muchacha estaba junto a viento de halcón, con una mano en su hombro, en los aposentos privados del monarca del simbala, era una habitación redonda, redonda, forrada de sedas en tonos azules claros que eran el complemento de las oscuras paredes de madera pulida del palacio.

Viento de halcón sonrió, la vista a las minas le había sido de gran utilidad, pese a la amenaza del lobo de las cavernas, le había proporcionado la oportunidad de reflexionar con calma sobre los problemas que habían surgido en los dos últimos días. Aunque las noticias de los bosques del norte no eran inquietantes, había decidido afrontar las cosas con tranquilidad.

Seria les dijo que le gustaba ver a viento de halcón relajado, rara ves podían estar juntos a solas y le encantaba poder compartir unos momentos de amor. Jugueteo con la diadema y la joya que descansaba descuidadamente en el brazo del diván.

Debes tener mas cuidado con el rubí, es una prueba del lugar que ocupas en simbala. Evirae daría todas las naves del viento que están al mando de kiorte por poseerlo, pero replico viento de halcón. Evirae es una niña malcriada, pero no cometería traición.

Como mínimo lo que la princesa maquina puede sembrar dudas sobre la integridad en el peor de los casos, sus intrigas pueden causarte serios problemas. Mucha gente cree en los rumores de guerra. El asesinato de la niña no se ha olvidado y la nave del viento que desapareció semanas atrás es un motivo de preocupación para muchos.

Sabes muy bien que las intrigas son habituales en palacio, entre los mineros y los rayan estas conspiraciones no se producen porque están demasiado ocupados ganándose el sustento, por los miembros de la familia real, son otra cosa.

Evirae no tiene ninguna causa que defender, ninguna responsabilidad importante. Sus torpes maniobras contra mi son consecuencia de la envidia y el aburrimiento. La princesa no encuentra otro cause para liberara sus energías, y yo no puedo perder el tiempo ocupándome de sus pasatiempos. La muerte de la niña exige toda nuestra atención.
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Evirae había escogido una gran plaza junto al barrio de los mercaderes para su confrontación con viento de halcón, el lugar lindaba al este con una pequeña loma al pie de la cual se alzaba un pidió de piedra; aquel era el foro desde donde el pueblo de simbala iba a presenciar un encuentro extraordinario.

Viento de halcón llego flaqueando por sus criados y con el halcón en los hombros, a su izquierda caminaba efrion, se oyeron gritos de aprobación mientras se encaminaban a la colina, por los dos estuvieron de acuerdo en que los vítores eran menos entusiastas que en el estado de berón.
Viento de halcón dirigió una mirada de impaciencia a la colina, ya he oído otras veces los argumentos de la princesa respondió en voz baja y al menos a el no le interesaba.

¡Debes tener cuidado! Le dijo efrion con insistencia. Apoyado de un bastón, añadió: ella pertenece a la familia y tiene una experiencia en las cuestiones de política de la que el carecía, además que no tenía que subestimar su influenza sobre el pueblo.

En la plaza del mercado mesor se agitaba preocupado. Se acerco al palanquín con inquietud aguardando un mensaje de evirae. El consejero de las princesas aun no sabia si viento de halcón conocía la existencia del espía fandorano. La petición de la reunión publica efectuada por evirae ya había enfurecido ha viento de halcón y si el monarca tenia alguna prueba contra la princesa tanto que esta en el propio mesor vio las largas uñas de evirae apartando a un lado una de las cortinas de seda y se apresuro a ponerse a su lado.

Pese a sus esfuerzos por mantenerse en calma, viento de halcón sentía una creciente ira ante aquel último golpe de efecto de evirae.

Las acusaciones del hombre del bosque del norte ya había producido suficiente daño. Viento de halcón podía utilizar esta reunión como una oportunidad para al menos tranquilizar a los ciudadanos de simbala sobre el asunto.

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Dayon estaba de pie en la proa del barco de cabeza, una pequeña barca de pesca que transportaba a veinte hombres, la embarcación iba peligrosamente sobrecargada y el oleaje la llenaba de agua a cada bandazo.

El coche de dos mares llenaba el estrecho de mil y unas corrientes, asimismo el aire cálido del mar del sur y el viento frio del mar de dragón, al norte, se encontraban y chocaban sobre aquellas aguas. La combinación de vientos y corrientes producían enormes olas cubiertas de espuma y poderosas resacas.

En los días más tranquilos y despejados el estrecho resultaba inhóspito; los días de mal tiempo podían ser la boca del infierno.

El joven sabia que los vientos y las olas eran capaces de haber resobrar naves mucho mas marineras que aquella. Contemplo las olas que se agitaban ante el y no quiso pensar en los hombres que se verían afectados por la decisión que el tomara. Sabia que, si lo hacia el pánico se apoderaría de el.

Jondalrun también iba en la barca de cabezas y contemplaba con reverencial temor las olas que agitaba ante el y no quiso pensar en los hombres que se verían afectados por la decisión que el tomara, sabia que, si lo hacia el pánico se apoderaría de el.

Jondalrun iba también en la barca de cabeza y contemplaba con reverencial temor las olas, algunas de tres o cuatro metros de altura que aparecía al azar en torno a las embarcaciones, coronadas por las crestas de espuma que levantaba el intenso viento.

Dayon dio los hombres de las embarcaciones debían sujetarse a lo mas solido que encontraran mástiles, borquellas de remos, bancos y demás y continuar a recibir nuevas ordenes.

También mando que las naves se separaban lo mas posible para evitar que las olas las lanzaran unas contra otras, y que siguieran el rumbo que marcara en función de lo que las olas y el viento permitirán.

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El día amaneció despejado y con un sol radiante, aunque al oeste se estaba formando en el cielo un amenazador frente de nubes grises de tormentas. Los representantes de las familias de simbala se hallaban reunidos en la entrada de la caverna de las cascadas.

Los jefes de los clanes y los dirigentes de diversos grupos de mercaderes estaban presentes también ataviados con sus túnicas mas refinadas, todos hablaban de la tierra al oeste y de la posibilidad de una invasión lanzada desde las costas de fandora.

También estaba mesor que aguardaba en silencio la llegada de la princesa evirae. Se sentía inquieto pues no era propio de llegar tarde a una confrontación de tanta importancia.
Aun que no podía votar, su mera presencia bastaría para influir en las opiniones, si no aparecía enseguida, seria demasiado tarde ya estaría apunto de sonar la tercera hora momentos en el cual se abrirán las puertas para el descenso a la cámara subterránea de votaciones.

Mesor miro mas allá de la multitud con la esperanza de desviar a evirae a los lejos, pero en lugar de la princesa vio a viento de halcón que se acercaba rápidamente desde la entrada principal del palacio, seria caminaba a su lado.

Mesor no fue el ultimo en entrar ese dudoso honor le correspondió al general vora. El orondo militar llego resoplando en el preciso momento en que las pertas se cerraban.

Mesor lo vio acercase y se pregunto si la tardanza del general tendría alguna relación con la ausencia de evirae, pero el militar no le presto atención, vora se limito a pasar ante el y bajo apresuradamente los amplios peldaños iluminados por las antorchas.

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Doscientos hombres se encontraban ya en la costa cubierta por la niebla, detrás de ellos en el agua aguardaba la destartalada flota, algunas embarcaciones ya habían alcanzado la playa.
El mar estaba en relativa calma sin embargo varias naves habían colisionado ya con los rompientes y había zozobrado.

Pocos fandoranos sabían coordinar un desembarco de tal magnitud de modo que una parte importante de las fuerzas invasoras se encontró nadando o tratado de nadar hasta ganar la orilla.
Dayon asintió, el también estaba orgulloso de si mismo, había vencido su miedo al estrecho de baldomar había superado los temores que lo obsesionado.

Jondalrun se concentro de nuevo en las tareas de rescate, tirad ahora les grito a los demás como si hubiera pasado toda su vida en las costas de cabo bage.

Cuando la lancha en la playa los dos jóvenes chapotearon en la marea vespertina en busca de otras embarcaciones que estuvieran en apuros para llegar a tierra.

A lo lejos pudieron escuchar las protestas del ejercito fandorano, que se alzaban por encima del tenebroso ruido de las olas. Después dayon escucho la voz estentórea de su padre.
Tal posibilidad provoco en silencio inquieto entre los campesinos atenazados por el frio, el hambre y la confusión. Algunos hombres escrutaron la niebla en busca de naves de viento.
Otros continuaron tirando de los cabos con gesto terco, mas fandoranos fueron alcanzados la orilla, donde empezaron a concentrarse en grupos informales.

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El ejercito fandorano se hallaba reunido en las llanuras de simbala, una gran extensión de pastizales salpicados de pequeñas arboledas, jondalrun se incorporo sin hacer caso del frio y escruto con la mirada el lejano lindero del bosque a su lado se hallaba en dayon, lagow, tenniel y tamark.

Las tropas invasoras habían avanzado desde las costas hasta allí, salvando las colinas sin encontrar ni siquiera un cercado en su camino.

Ya conozco tu opinión y sigo diciendo que los sim no aguardan ahí y que desean que nos adentremos en el bosque. Entonces, sus leñadores sus arqueros y sus magos caerán sobre nosotros.

No vamos a luchar con ellos en sus bosques, aguardaremos en estos arboles hasta que salga a terreno abierto, aquí estamos en buena posición para recibirlos y podemos protegernos de sus naves de viento.

No hubo muestra de desacuerdo. A tenniel acepto y fue a informar a sus hombres de la decisión que habían tomado, lagow hizo lo mismo pero con una sensación de alivio al pecho, aun no era demasiado tarde para esperar para esperar que todo aquel disparate tuviera un rápido desenlace.

Viento de halcón, vora y jirón se encontraba es una estancia del palacio de altos trechos cerca de las instalaciones para las naves del viento situadas en la ala este.

En una pared inclinada de la estancia se abría una enorme ventana por la que penetraba una luz ambarina. No disponía de mucho tiempo para especulaciones; el cuerpo principal de las tropas de simbala, compuesto de mineros, de otros hombres jóvenes y mujeres del bosque superior, iba a reunirse con las columnas llegadas de los bosques del norte y con los soldados destacados en las afueras del bosque.

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Eran nueve en total reunidos en la alcoba del príncipe kiorte y la princesa evirae, cuatro de ellos permanecían junto a un gran tocador notable por sus esbeltas cuvas y su madera luminiscente.
Eran miembros de la familia real: el general jibron, lady eselle, la baronesa alora y su marido, el barón tolchin. Cerca de la puerta estaba mesor y junto a este un centinela de confianza. En una cama situada en el extremo norte de la estancia se encontraba evirae recuperándose todavía de los efectos del hundimiento del túnel a su lado, kiorte, enfundado en una túnica, permanecía en pie contemplando a su esposa con experiencia enigmática.

El medico observo a la princesa, sus largos cabellos que habitualmente recogía en una gran moño sobre la cabeza la caían ahora como una cascadas de mechones por los hombros y la espalda. En la mejilla derecha llevaba un arañazo causado por alguna piedra durante el derrumbamiento y sus esplendidas ropas habían sido reemplazadas por una túnica de seda marrón, pese a una gran generosa aplicación de jabón, agua y colonia y su pálida piel conservada todavía el olor del fango del túnel.

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Entre los viandantes que llenaban las calles próximas al paseo de los monarcas surgieron murmullos de sorpresa al paseo de la carrosa de ébano de la familia real. En el pescante del vehículo podía observarse una visión casi inimaginable para cualquier ciudadano de simbala.
Junto al cochero iba sentada la princesa en persona escrutando al gentío con su mirada nerviosa en busca de un hombrecillo con el cabello canoso y revuelto.

El coche asintió vigorosamente e hizo restallar el látigo con un entusiasmo ente el plan de la princesa que, sin duda era consecuencia de su sordera. En el otro carruaje, el barón tolchin se secaba el sudor de la frente con un pequeño pañuelo azul frunciendo el entrecejo.

Cuando tiempo desperdiciado en ese fandorano cuando deberíamos estar ocupándonos de viento de halcón, y alora suspiro evirae persigue al fondorano como si fuera el propio rubí.

Con eso solo pretendía indicar indicar evirae que quedaban demasiados asuntos por resolver todavía, no existen motivos para destruir a viento de halcón con unas pruebas tan poco solidas.






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